En lo que respecta al Enólogo, de
acuerdo a su definición, “es quien tiene la capacidad profesional para realizar
el conjunto de actividades relativas a los métodos y las técnicas de cultivo de
vid y la elaboración de vinos, mostos y otros derivados de la vid, el análisis
de los productos elaborados y el almacenamiento, gestión y conservación.
Asimismo, se le reconoce la capacidad para realizar las actividades
relacionadas con las condiciones técnicas del proceso enológico y con la
legislación propia del sector y las actividades incluidas en el ámbito de la
investigación e innovación dentro del campo de la viticultura y enología.”
También se caratula como “la
persona que estudia el cultivo de la vid y la elaboración de vinos. Es el
responsable, principalmente, de todos los procesos que se realizan en la bodega
desde que entra la uva hasta que sale el vino. El Enólogo es el asesor técnico
responsable de dirigir el proceso de elaboración del vino. Es el experto que
supervisa en la bodega tanto la elaboración, el almacenaje, análisis,
conservación, embotellado y comercialización del vino.”
Más allá de la definición “dura”
de la palabra, el Enólogo tiene una alta dosis de sensibilidad, capacidad de
manejo de equipo, intuición, investigación, planificación, y hasta se podría
decir que romanticismo. El Enólogo es el artista que comanda la realización de
la obra, que es el vino. Pero no sólo se limita a ello: también viaja a otras
zonas y bodegas a continuar instruyéndose, representa sus propios vinos, está
siempre al tanto de los costos, y mientras las uvas van madurando, camina y
recorre el viñedo, delineando desde ese momento los productos, junto con el
Ingeniero Agrónomo y su equipo.
Podríamos resumir que el Enólogo
es principalmente quien está al mando de diagramar, crear, “hacer” el vino
(junto con todo un grupo de trabajadores) y cuidarlo hasta su salida al
mercado; y el Sommelier es quien está al mando de difundirlo, servirlo, y
cuidarlo desde que es adquirido hasta que la botella se descorcha. Ambas
profesiones están estrechamente ligadas y se necesitan una a la otra, siendo
sin dudas los baluartes de la vitivinicultura.
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